miércoles, 14 de octubre de 2015

Una cosa que odiamos muchos de nosotros

Muy buenas tardes,

¿quién ha tenido, aparte de mi, un día súper agotador?

Hoy ha sido uno de esos días de los que desde que os levantáis o, incluso, apurando mucho, desde la noche anterior, ya queréis que pase al día siguiente o que llegue la noche para poder dormir. Un día de esos en lo que sabéis que tenéis un millón y medio de cosas de hacer, igual de importantes y sin poder aplazar ninguna a otro día.

Pero bueno, quitando todo esto del medio, aquí estoy escribiendo un poquito.
La verdad que pensando en qué escribir, que mejor día que hoy para hablar sobre algo que seguro que muchos de vosotros, al igual que yo, no lo lleva muy bien.

¡MADRUGAR!
Chan chan chan chaaaaaaaaan.
Es sólo escribirla o leerla y ya nos da cómo repelús, ¿verdad?

La mayoría de las personas no llevamos muy bien el hecho de madrugar, aunque lo llevemos haciendo años y años, el cuerpo no se acostumbra. Eso sí, al cuarto día de vacaciones el cuerpo ya está más que acostumbrado a levantarse a las tantas, para eso no hace falta tanta preparación.
No es que exista una explicación razonable que demuestre el por qué no nos gusta madrugar, sino que simplemente NOS ENCANTA DORMIR.

Estoy segura de que si existiese la posibilidad de elegir entre una de estas dos opciones:

  1. Madrugar
  2. Recibir diariamente una llamada de esa operadora taaaaan pesada de una compañía telefónica, y tener que mantener una de esas conversaciones que parece que no terminan nunca.
Tú, yo y todos sabemos cual elegirías... 

¡La segunda! Estaba muy claro.


Madrugar es tan horrible, pero tan horrible que puede llegar a conseguir que odiéis vuestra, siempre, súper canción favorita; que la ponéis con el propósito de despertaros con ánimo y con el paso de los días... la odiáis.

Para mí, y me gustaría saber si para vosotros también, el madrugar tiene las fases del modelo de Kübler-Ross, más conocidas como las cinco etapas del duelo, pero evidentemente modificadas:

  • Negación: cuando suena el despertador, ves que ya son las 06:45 y lo primero que se nos viene a la mente es un: ¡NOOOO!, no puede ser... ¿ya?
  • Ira: para mí es el  momento en el que te cagas en todos los planes que han propiciado que tengas que madrugar: ¿pero por qué acepté si lo que quiero es dormir?, me cago en tó lo que se menea, pero que temprano es, hoy mismo les digo que ya no cuenten más conmigo para este tipo de planes ¡por que no!
  • Negociación: típico: venga... va... 5 minutitos más; ¿y sino voy hoy, me quedo durmiendo y voy mañana con más fuerzas?
  • Depresión: que mal... me da que me voy a poner mala... que mierda de día me espera, no tengo ganas de nada, sólo de dormir.
Y por fin, después de una dura batalla, y todos sabemos que con muchos más de esos de "5 minutitos más por fi", llega:
  • Aceptación: ese momento en el que ya nos autoconvencemos de que no queda de otra: venga va... que ya sólo quedan cuatro días para que sea fin de semana.
Sí, sí, ya cuando llega la aceptación ya buscamos cualquier frase para hacernos creer que no es tan horrible.

Hay gente que considera que madrugar es bueno para "aprovechar el día" y yo lo respeto, me encantaría ser como ellos, ¿peeeeeero no se puede empezar a aprovechar el día una horita más tarde que las 06.45 que es una hora muy mala?


Bueno espero que comentéis si sois de esos que adoráis madrugar y lo hacéis como sino pasara nada, cosa que si es así explicarme por favor cómo lo hacéis.
O si al contrario, sois de esas personas que se os pegan un poquito las sabanas antes de empezar un nuevo día. 

Espero que os haya gustado y os hayáis echado, al menos, unas risas.

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Muchísimas gracias y que tengáis un buen final de día... ¡Qué ya queda menos para el reencuentro con nuestra amada cama! 

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